Minuta Agropecuaria | 21 Oct 2021
Escrito por: Germán Briceño R., presidente del Órgano Informativo del Instituto de Políticas Agrícolas de Fedeagro (IPAF)
Voceros fundamentalmente de entes públicos; pero también algunos privados, han adelantado estimaciones sobre resultados de sub-sectores, rubros y renglones agrícolas correspondientes a este año, estas opiniones pudieran crear expectativas acerca de una recuperación de la agricultura.
Las consideraciones que siguen recogen elementos de juicio que nos permitan evaluar los procesos productivos del sector en el 2021 y con base a ello, despejar las dudas sobre el comportamiento sectorial.
En primer lugar, es preciso acotar que en el último trimestre el año se recolectan las cosechas de la mayoría de los cultivos anuales mecanizados del ciclo de invierno y sobre esa producción aun dependen factores determinantes que pudieran cambiar pronósticos iniciales. Por otro lado, el año base sobre el cual se compara el crecimiento, el 2020, es, sin duda, el peor de los veintiún años de la gestión administrativa de los gobiernos de Chávez y Maduro, por lo que, en vez de recuperación sectorial, se podría indicar, de confirmarse los pronósticos positivos, el detenimiento de la caída de la producción de algunos rubros.
El crecimiento de la agricultura en un año determinado está asociado a múltiples factores, dentro de los cuales es importantes citar: el apoyo que el Estado brinda a la actividad, el comportamiento de la economía, la naturaleza y conducción de la política agrícola como toda la actividad económica, la disponibilidad y calidad de los servicios públicos, factores externos de tipo comercial, los asociados a los imponderables del clima, y el más importante de todos, el entusiasmo, talante y amor de agricultores, trabajadores y técnicos del sector privado del campo venezolano.
En 2021 todos los factores citados han jugado a favor y en contra de la agricultura, detengámonos en algunos de ellos:
El comportamiento climático del ciclo de invierno de este año, ha estado impactado por los efectos de una “Niña suave” (fenómeno climatológico), el cual se ha manifestado esencialmente a través de dos importantes episodios: en primer lugar, ha llovido más en algunas regiones, en otras menos y en otras no ha habido diferencias significativas en el volumen de agua con respecto al año anterior, y en segundo lugar, el retardo en el inicio de las lluvias permitió ampliar la época de siembra de los renglones de secano (cultivos que dependen de las lluvias). Ambos eventos favorecieron la productividad de los cultivos asociada a la disponibilidad de agua. En el caso del maíz, la siembra, que por lo general culmina en julio, se alargó hasta finales de agosto y en algunas zonas hasta los primeros días de septiembre y se esperan rendimientos por encima del promedio.
Si bien es cierto que las precipitaciones han favorecido el desarrollo de rubros en parte importante del territorio, no lo es menos que en algunas regiones y en las últimas semanas, el clima ha impactado negativamente la superficie cultivada, afectando la producción y productividad de importantes renglones. Adicionalmente hay rubros que no pudieron aprovechar las “bondades climatológicas de este año”, caso del café, frutales, hortalizas, raíces y tubérculos.
Con respecto al subsector pecuario, el impacto del clima se manifiesta a más largo plazo; aun cuando la mayor disponibilidad de pasto relacionada con las lluvias, debe impactar favorablemente la productividad del rebaño lechero y no el número de animales en lactancia.
A las condiciones climáticas como factor externo con influencia determinante en los resultados de la agricultura,se unen otros igualmente decisivos; tales como: las restricciones crediticias del sector bancario, el desabastecimiento de gasoil, el crecimiento de las importaciones y el contrabando de alimentos que ingresan al país sin registros sanitarios y exonerados de impuestos, situación que afectó, entre otros rubros al azúcar, el arroz, las hortalizas y el café.
Algunas decisiones en el plano económico han tenido un impacto positivo en el sector, especialmente la liberación de los precios y del tipo de cambio y la apertura comercial, las cuales han permitido disponer de insumos (fertilizantes, semillas y agroquímicos), equipos, implementos y repuestos.
Los elementos acotados nos obligan a ser muy cuidadosos con los pronósticos de cosechas; aun cuando los
resultados de algunos rubros de este año, podrían escribirse en azul y abandonarían el rojo de los últimos doce
años.
Algunos resultados esperados: A los efectos de las estimaciones de la producción 2021, es importante referir
que se contabilizan el ciclo norte/verano 2020-2021 y buena parte de del ciclo de invierno 2021.
En hortalizas, frutales y papa, faltando un trimestre de producción, las primeras estimaciones no indican un repunte en la producción.
¿Qué rubros entonces crecen? En maíz, las estimaciones de Fedeagro ubican la siembra de este año en 190.000 ha, un crecimiento aproximado del 20% con respecto al año anterior. La cosecha recién se inicia en los llanos occidentales; pero se presume igualmente se registrará un crecimiento en la productividad del cultivo.
En el ciclo norte verano 2020-2021 la superficie sembrada de arroz fue equivalente a la del mismo ciclo del año anterior (aproximadamente 25.000 ha) y hubo una ligera recuperación de la productividad física, por lo que se espera un ligero crecimiento con respecto al año 2020. En la zafra de caña de azúcar 2020-2021, recientemente finalizada, Fesoca indicó que se cosecharon 2.370.000 t, cerca de 400.000 t más que en la zafra 2019-2020 (20%); no obstante, se quedaron en campo alrededor de 300.000 t debido al desabastecimiento de gasoil (un mes de zafra).
El sector avícola de acuerdo a data de Fenavi, hasta julio de este año, registra un leve crecimiento asociado al acceso de alimentos para animales y medicinas importadas y suponemos que, por iguales razones, los cerdos exhiban similar comportamiento.
En el subsector pesquero la acuicultura sigue abatida y el único rubro que registra crecimiento es el camarón, producción de la costa oriental del Lago de Maracaibo y orientada básicamente a la exportación. La pesca marítima y continental se ha visto muy afectada por el desabastecimiento de gasoil.
La pregunta clave a responder es entonces, si resultados positivos posibles en algunos rubros en el año en curso (maíz, arroz, caña de azúcar y frijol), ¿pueden interpretarse como el tránsito inicial hacia la recuperación del sector? Dos factores pueden aclararnos la interrogante: primero, no todos los subsectores y rubros crecerán y segundo, los resultados del año 2020, en la mayoría de los rubros agrícolas, alcanzaron récords negativos y la producción de muchos de ellos se igualó a la de cuatro y cinco décadas atrás; de manera que compararse con un año en extremo improductivo, representaría una falsa ilusión de crecimiento.
Qué factores impiden el crecimiento sectorial. Persisten en nuestro sector problemas estructurales sobre los
cuales las autoridades públicas, no solo no actúan; sino que han permitido o auspiciado, profundizándolos en los
últimos veintiún años, entre ellos:
La afectación de la propiedad privada,
La desinversión productiva en el campo (vialidad agrícola, riego, drenaje, infraestructura para la comercialización, electricidad, telefonía y desarrollo rural en general).
Se carece, igualmente, de políticas de estímulos y de apoyo para los agricultores. En un contexto global donde todos los países protegen a la agricultura y destinan parte importante de sus presupuestos a subvenciones agrícolas (en trabajo reciente FAO estimó los subsidios a la agricultura de 88 países en 540.000 millones de dólares); mientras que en Venezuela la protección efectiva es negativa.
La cartera agrícola se ha reducido significativamente: en efecto, según data de Sudeban, entre el primer trimestre del año 2016 y el primer trimestre de 2021, el volumen crediticio de la banca nacional para financiar la agricultura se redujo un 88%, pasando de 421,5 a 50,9 millones de dólares.
Las fallas de servicios públicos, especialmente de electricidad, telefonía, acceso a internet, distribución de combustible y transporte público.
Las instituciones del Estado no brindan asistencia técnica y están sumidas en un rezago tecnológico paralizante: en efecto, una encuesta entre los agricultores asistentes a la Asamblea de Fedeagro, celebrada en mayo de este año, concluyó que el 100% de los consultados no reciben asistencia técnica de organismos públicos. Por otra parte, las universidades, ahogadas presupuestariamente, han sido saqueadas por el bandalaje común e invadidas por delincuentes políticos que han destruido centros de investigación, bancos genéticos de cultivares y especies vacunas.
Otro factor no menos importante es la inseguridad personal extendida a todo el sector rural del país, asalta a
fincas, abigeato, secuestro, robo y vacunas prevalecen a la orden del día.
Lo prudente para evaluar el año agrícola, es esperar que culmine y respaldar las estimaciones con data confiable.
Mientras eso ocurra debemos insistir en atender los problemas estructurales que afectan el sector, la única vía para revertir las tendencias negativas de los últimos doce años.
Un repunte en dos o tres rubros, comparado con récords históricos negativos NO ES CRECIMIENTO, NI RECUPERACION. Se necesita una visión sectorial y planes, políticas, programas y recursos para salir de la crisis y apuntar al desarrollo.
Es importante puntualizar que el posible crecimiento de este año, con respecto al 2020, es el producto del arduo trabajo de los agricultores y ganaderos de este país que, por su perseverancia y esfuerzo, mantienen sistemas productivos venciendo enormes dificultades, trampas y anti políticas y además y autofinanciándose, abonando la tierra con su esfuerzo y regando los surcos con su sudor. El mérito es solo de ellos.