Artículo escrito por: Rafael Javier Rodríguez R / Profesor UCLA – Consultor del INAMEH – Cofundador de Supernova Analytics (A4 Agro)
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO-siglas en ingles), la cual dirige las actividades internacionales encaminadas a erradicar el hambre en el mundo, reseña: “Una agricultura próspera, inclusiva, sostenible, baja en emisiones y resiliente al cambio climático es posible para América Latina y el Caribe”. Lograrla es imperativo para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y dar cumplimiento al Acuerdo de París. Por lo que resulta esencial para nuestro país, identificar caminos para avanzar hacia una transformación en la manera en que se producen los alimentos.
Al pretender lograr una agricultura más productiva y resiliente, se requiere de una transformación profunda en la gestión de los recursos naturales, además de una mayor eficiencia en el uso de estos y de los insumos empleados en el proceso productivo. Sin embargo, es una realidad ampliamente documentada que, el cambio climático representa un escollo para mejorar la productividad agrícola, pues reducirá la estabilidad de la producción y, consecuentemente, los ingresos de los productores.
En Venezuela, una porción importante de los alimentos que se consumen provienen de la importación, y al considerar un escenario futuro en el cual el cambio climático afecte la producción agrícola a escala global, es probable que no se podrá continuar con los actuales niveles de importación, debido a que existirá un volumen mucho menor de la oferta de alimentos en los mercados internacionales, o se producirá un incremento del precio de los alimentos importados, producto de una demanda cada vez menos satisfecha por parte de una población más numerosa.
Las variaciones de los valores pluviotérmicos medios, estimados para Venezuela, empleando modelaje de simulación climática hacia mediados del presente siglo, muestran una tendencia al aumento de la temperatura y una disminución de la precipitación, dichos cambios alterarán los periodos de siembra, la fitofenología y zoofenología, favorecerán condiciones para el ataque de plagas a los cultivos y fisiológicamente van a adicionar un estrés para los cultivos y para el ganado, efectos que incidirán en pérdida de productividad, afectación de los ingresos en el sector agrícola y principalmente desmejora de la calidad de vida. Igualmente, se destaca que los fenómenos climáticos extremos (inundaciones y sequías), con sus consecuencias; serán más frecuentes e intensos, ocasionando pérdidas importantes en la agricultura nacional. Al respecto, se señala que tres factores climáticos se presentan como principales amenazas para el sector agrícola: – el evento “Niño-Oscilación del Sur” o ENOS (en su fase cálida) con su consecuente déficit de precipitación, – la variación en los ciclos de lluvias y – las tendencias al aumento de las temperaturas medias.
Considerar las afectaciones en los diferentes subsectores del sector agrícola (vegetal, animal, acuícola y forestal), constituye un punto de partida relevante para tomar decisiones. No pudiéndose obviar, la alteración esperada a nivel de las zonas productoras de agua (Cuencas hidrográficas); información fundamental, para plantear procesos adaptativos acordes. Requiriéndose un complemento con intervenciones planificadas que permitan evitar y/o reducir daños de gran envergadura, ayudando así a garantizar la seguridad de la población y de sus bienes, incluyendo los ecosistemas y servicios. Considerando lo anterior, se destaca que la eficacia de las instituciones es fundamental para generar un entorno, al considerar posibles acciones de adaptación al cambio climático. Sin embargo, en el país, existen carencias que limitan el éxito de la implementación de estas acciones, destacando principalmente la ausencia de un “Plan nacional de adaptación al cambio climático para Venezuela”
Entre las afectaciones reseñadas sobre el impacto del cambio climático en el subsector agrícola vegetal, para cultivos fundamentales como el maíz, el arroz y el frijol en la región de América Latina y el Caribe, se estima que su producción se verá afectada por una reducción en sus rendimientos de al menos un 10% para mediados del presente siglo. Venezuela se verá igualmente afectada de manera negativa, principalmente considerando los cultivos de maíz y frijol. Los resultados de modelación en la proyección del porcentaje de cambio en los rendimientos a futuro, muestran para el cultivo de maíz, una reducción en los rendimientos especialmente en condición de secano, concentrándose el efecto más negativo especialmente en el norte del país. En caña de azúcar y el cultivo del café; rubros de gran importancia en la región, en un escenario futuro con cambio climático se prevé una merma importante en su producción.
Con relación al subsector agrícola animal, se destaca que la producción ganadera, basada en el pastoreo, se verá afectada negativamente debido un incremento en la variabilidad de la precipitación, afectándose también aquellas áreas propensas a sequías o inundaciones. Se destaca que, los pastizales de las áreas tropicales serán más vulnerables al cambio climático. La baja disponibilidad hídrica y la consecuente reducción de nutrientes en el suelo se muestran como los factores limitantes más importantes para la calidad de los pastizales en las regiones productoras. En este contexto, la vulnerabilidad de la ganadería involucra, cambios en la cantidad y calidad de los pastizales, expresados como un decremento en la biomasa debido al aumento en la temperatura y las precipitaciones
Respecto a las cuencas hidrográficas, los cambios en los patrones de precipitación y la escorrentía consecuente, afectarán negativamente el rol que desempeñan los bosques en las cuencas (alteración del coeficiente de escurrimiento y de la erosión) para contribuir a la disponibilidad y calidad del agua. Estimándose un aumento en el riesgo de incendios forestales (combinación del aumento de temperaturas y la disminución de las lluvias) y alteraciones en las plagas forestales, perturbando su reproducción y difusión.
Considerando lo anterior, se referencia y se acude a la adaptación como un ajuste de los sistemas naturales o humanos en respuesta a las consecuencias climáticas esperadas o reales, para moderar los riesgos o aprovechar las oportunidades que representan esos cambios. Se han identificado varios tipos de estos ajustes: anticipada o proactiva, reactiva, pública, privada, planeada y autónoma. Destacándose que el hombre y la naturaleza se han adaptado espontáneamente con el tiempo a las variaciones del clima y si bien esta adaptación espontánea generalmente ha podido limitar el impacto negativo, una adaptación no organizada al cambio climático acelerado que hoy se observa puede conducir a potenciar efectos negativos, u ocasionar costos adicionales considerables a la sociedad.
Es necesario adoptar medidas preventivas, bajo planes de corto, mediano y largo plazo, que establezcan estrategias que fortalezcan al agro venezolano e incrementen su resiliencia y capacidad adaptativa ante la alteración climática. Siendo fundamental, que se produzca un fortalecimiento institucional del sector agrícola y el establecimiento de políticas a favor de dichas prácticas. Siendo un tema clave a desarrollar es la elaboración de estrategias nacionales para la adaptación al cambio climático, que puedan y deban integrarse a los planes de desarrollo sostenibles.
Como colofón, es necesario considerar, que se ha observado un consenso sobre la necesidad de generar informes técnicos que consoliden los posibles programas de adaptación particulares, por región. Destacándose además que, el acceso a la información científica, transferencia y apropiación de tecnologías de conocimiento y principalmente el acceso al financiamiento, representan factores esenciales para implementar exitosamente estas medidas.