En los últimos 50 años ha disminuido la variedad de especies de cultivos que alimentan al mundo, algo que puede poner en riesgo al sistema global de alimentos.
Un estudio reciente sugiere que la pérdida de diversidad supone que más gente depende de cultivos clave, y esto deja a las poblaciones más expuestas ante las malas cosechas.
El mayor consumo de cultivos de alta densidad energética podría incluso contribuir a un aumento global de enfermedades cardíacas y diabetes, sostienen los autores de la investigación publicada en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos.
«En los últimos 50 años, vemos que las dietas en todo el mundo están cambiando y se están volviendo más similares, lo que llamamos la ‘dieta globalizada’», explicó Colin Khoury, coautor del estudio y científico de Centro Internacional para la Agricultura Tropical, con base en Colombia.
«La dieta está compuesta de grandes cultivos como trigo, arroz, papas y azúcar».
«También incluye cultivos que no eran tan importantes hace 50 años pero que se han vuelto muy relevantes ahora, particularmente los cultivos oleaginosos como la soja», dijo el científico a la BBC.
El trigo, que ha sido básico durante mucho tiempo, es ahora un alimento clave en más del 97% de los países listados por Naciones Unidas, dicen los científicos.
Y desde un papel relativamente discreto, la soja se ha convertido en «significativa» en las dietas de casi tres cuartas partes de las naciones.
Khoury agregó que aunque estos cultivos han sido importantes para combatir el hambre mundial, el declive de la diversidad de cultivos en la dieta globalizada limita la capacidad de suplementar la parte de alta densidad energética de la dieta con alimentos ricos en nutrientes.
Entre los cultivos que registran un retroceso en décadas recientes se encuentran el mijo, el centeno, el ñame, la batata o camote y la yuca.
La investigación llevada a cabo por un equipo internacional de científicos también indica que la homogeneización de la dieta global puede estar ayudando a acelerar el aumento de enfermedades no transmisibles relacionadas con el estilo de vida, como la diabetes y las enfermedades coronarias, que suponen un problema creciente en todo el mundo.
El peligro de una mala cosecha
«Otro peligro de una canasta alimentaria global más homogénea es que hace a la agricultura más vulnerable a grandes amenazas como la sequía, plagas de insectos y pestes, que probablemente serán peores en muchas partes del mundo debido al cambio climático», dijo Luigi Guarino, otro de los autores del informe, miembro de la organización Global Crop Diversity Trust.
«A medida que aumenta la población mundial y crece la presión sobre nuestro sistema alimentario global, también lo hace nuestra dependencia de los cultivos y sistemas de producción globales que nos alimentan».
«El precio de una mala cosecha de cualquiera de estos cultivos será muy alto», advirtió el investigador.
El mes pasado, el Parlamento Europeo adoptó una resolución para instar a los países de la Unión Europea a tomar medidas para preservar la diversidad genética y biológica de cultivos para que los especialistas en mejoramiento genético vegetal puedan ofrecer variedades adaptables capaces de resistir los cambios climáticos previstos y la necesidad de aumentar los campos cultivables.
Un banco mundial de semillas
El Banco Mundial de Semillas de Svalbard alberga semillas de miles de plantas de cultivo de todo el mundo y está situado en el archipiélago noruego de Svalbard.
Es el almacén de semillas
clic más grande del mundo y fue creado para preservar la diversidad de las especies de cultivos que sirven como alimento en caso de una catástrofe.
Como el búnker puede resistir terremotos, impactos de bombas y otros desastres, se lo conoce como «Bóveda del fin del mundo».
Los parlamentarios dijeron estar preocupados porque el mercado de la mejora genética vegetal está actualmente “dominado por sólo unos pocos grandes proyectos multinacionales que invierten sólo en un número limitado de variedades».
También agregaron que las estimaciones de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) sugieren que «la diversidad de los cultivos ha disminuido en un 75% durante el siglo XX y un tercio de la diversidad actual podría desaparecer para 2050».
Para mejorar la resistencia del sistema alimentario global ante las amenazas futuras, Khoury sostiene que es necesaria la expansión de la diversidad de los cultivos importantes a nivel mundial.
«También necesitamos asegurarnos de que la diversidad genética esté disponible para la gente», sugiere el investigador.
«La diversidad viene de variedades antiguas y de las especies silvestres que están emparentadas con los cultivos».
«Un buen ejemplo es que si eres un cultivador de maíz en el sur de África, donde este cultivo es el principal alimento básico, entonces la diversidad que buscas tendrá que venir del lugar donde se originó, que es Mesoamérica (de México a Belice)».
«Es importante y lo será cada vez más en el futuro que la gente que produce variedades para el sur de África tenga acceso a las variedades de México», concluyó Khoury.
BBC Mundo