Esta técnica mejora la fertilidad de las parcelas agrícolas de una manera rápida, barata y equilibrada, pero además no suponen una excesiva carga de trabajo para el hortelano.
El cuidado y regeneración de la tierra es el fundamento más importante de la agricultura ecológica y en esa línea de trabajo los abonos verdes son una herramienta beneficiosa y que tenemos que fomentar.
Por costumbre utilizamos en nuestras huertas el estiércol de diferentes animales como principal recurso a la hora de fertilizar la tierra. El estiércol nos aporta materia orgánica, mejorando las estructuras de nuestro suelo y activa la vida microbiana en su proceso de descomposición.
El no poder usar estiércol de calidad, puede acarrearnos problemas en nuestro huerto. Añadirlo demasiado fresco, podría genera quemaduras, además normalmente los compostajes que se hacen de estos materiales no son los adecuados, añadiendo semillas de adventicias a nuestra huerta. Por ello podemos cultivar e incorporar nuestros abonos verdes a la tierra, teniendo en cuenta lo siguiente:
-La tierra debe estar en tempero
-Temperatura mínima entre 10-12 grados
-Tener presencia de calcio en nuestros suelos -en nuestra zona tenemos suelos bastantes ácidos-.
Disponemos de muchas plantas y familias que podemos utilizar como abonos verdes. Las más comunes son:
-Adventicias: Aportan azucares al suelo, el principal alimentos para que desarrollen los microorganismos, y por ello es recomendable que esté presente en nuestras mezclas de abonos verdes.
-Crucíferas: Gracias a su profundo y potente sistema radicular subirá los elementos minerales -el fósforo- de las capas más profundas para que estén asimilables para nuestros cultivos.
-Leguminosas: Son las encargadas de fijar nitrógeno atmosférico al suelo, para el correcto desarrollo vegetativo de las plantas, sobre todo en sus etapas iniciales de cultivos.