Tiene los ingredientes de un verdadero éxito de la ciencia aplicada: ofrece una herramienta eficiente para luchar contra un importante problema social y económico, aplica técnicas biotecnológicas de avanzada y puede perfectamente convertirse en un producto de exportación.
Estas son sólo algunas de las virtudes de la nueva vacuna contra la brucelosis desarrollada por investigadores del Instituto de Investigaciones Biotecnológicas-Instituto Tecnológico de Chascomús (IIB-Intech), del Conicet y de la Universidad Nacional de San Martín, recibiendo el premio DuPont-Conicet, una distinción creada para impulsar la investigación en Argentina.
Tras quince años de trabajo, y de haber logrado secuenciar, contra viento y marea, el genoma completo de este microorganismo, los científicos del Intech y de la Universidad de San Martín lograron eliminar uno de sus 3,3 millones de genes.
«Nuestra idea fue encontrar un gen que pudiera eliminarse en una cepa patógena de laBrucella abortus , la bacteria que causa esta zoonosis, para atenuar su virulencia y así poder utilizarla como vacuna», explica el doctor Rodolfo Ugalde, que lideró la investigación.
La Delta-pgm, tal el nombre del desarrollo, permitiría complementar la acción de la inmunización que desde hace treinta años se aplica en el país a las terneras de entre seis y ocho meses de edad. Según explican los científicos, la nueva inmunización ofrece entre un 85 y un 89% de protección, versus entre el 60 y el 70% de la antigua. Por otra parte, reduce la colonización de los animales infectados y la liberación de la bacteria en la leche.
«Una de sus principales ventajas es que, a diferencia de la tradicional, no interfiere con el diagnóstico -detalla Juan Ugalde, integrante del equipo-. Sin embargo, conserva su capacidad inmunogénica y protege contra el aborto, que es la expresión clínica de la enfermedad.»