Ing. Agr. M. Sc. Werner Gutiérrez Ferrer
Ex Decano de la Facultad de Agronomía
@WernerGutierrez
Según los reportes presentados por el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS), durante los primeros tres meses del año se registraron 2.414 protestas, lo cual equivale a un promedio de 26 acciones de calle por día, lo cual representa un 93% de incremento en comparación con el mismo periodo del año 2017. La inaccesibilidad a los alimentos continúa siendo una de las principales razones de las protestas. De las 2.414 protestas registradas en el período enero a marzo del 2018, 549 estuvieron relacionadas a la crisis alimentaria, es decir, un
promedio de seis protestas por día son por desabastecimiento e inflación de los alimentos. Para el pasado mes de abril este mismo observatorio registró 927 protestas, equivalente a un promedio de 31 manifestaciones diarias, un
incremento del 25 % en comparación con el mismo mes del pasado año, y de 34.6% considerando el promedio diario en el período enero – marzo 2018.
Los recientes meses han estado marcados por acciones del gobierno y sus seguidores en contra de empresas de alimentos y unidades de producción, como los operativos dirigidos por Freddy Bernal en el estado Táchira, que generó el asesinato del productor agropecuario Calos Manuel Tarazona en circunstancias aún no aclaradas y la aplicación de los decretos de apropiación de ganado, quesos, cacao, palma aceitera y hortalizas como los realizados en Guárico, Barinas, Trujillo, Apure, Zulia, y Miranda. La invasión de fincas productivas ha crecido de manera exponencial en estas últimas semanas. La ley del machete se apodera nuevamente del campo venezolano, la filosofía de “tierra arrasada” impulsa a este grupo de mercenarios que actúan en complicidad con el gobierno.
Lo ocurrido en la finca La Escondida en Sabaneta de Barinas, o en la Finca el Chavero, en este mismo estado, y el robo de 125 animales en la Finca Fisiocracia en Calabozo, Guárico, son solo algunos ejemplos de este ilegitimo y detestable accionar dentro de este ataque suicida en contra del sector privado de alimentos.
El productor, su familia y las economías rurales, junto a los consumidores, son las víctimas directas de este equivocado accionar. Si el pueblo no apoya a nuestro sector agroproductor, sin duda alguna la consecuencia será que ambos seremos destruidos. Ante la mayor escasez de alimentos que se avecina el gobierno solo radicalizará su discurso en contra del sector agroproductor y agroindustrial privado, responsabilizándolos de la crisis actual bajo su absurdo argumento de la “guerra económica”. No existe la más mínima señal de rectificación. El coordinador nacional de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), Freddy Bernal, afirmaba en abril: “Estamos en uno de los mejores momentos de abastecimiento”. Maduro en su mensaje de esta semana ante la ilegitima Asamblea Nacional Constituyente anunció dentro su “nuevo sistema económico – productivo” el fortalecimiento de los CLAP y regularización de precios.
La cruel realidad es que nos enfrentamos a un escenario en el cual el país, bajo el actual gobierno, está imposibilitado de importar alimentos en la magnitud que se requiere, y es por demás evidente que el ejecutivo ha perdido el control de la situación de desabastecimiento e inaccesibilidad a los alimentos, se le agotaron las “respuestas”. El gobierno luce desorientado ante la magnitud de la tragedia que se nos avecina en los próximos meses cuando la situación comience a permear los estratos que hasta ahora ellos habían logrado calmar en sus reclamos con la asignación de los CLAP.
Transcurridas 5 semanas del ciclo de siembra de invierno, el verdadero sector agroproductor privado se ha visto imposibilitado en acceder a los insumos necesarios para abordar la siembra y el cuidado de sus rebaños. Ya podemos afirmar que se ha perdido el año agrícola 2018, lo cual tendrá graves repercusiones en la disponibilidad de alimentos en los meses por venir. La única reacción del gobierno al momento que la crisis se haga inmanejable, será
continuar apelando como ha sido su costumbre a la represión violenta, con consecuencias impredecibles para la sociedad venezolana.