Fernando Camino Peñalver
Iniciando este año, Fedeagro advirtió nuevamente al gobierno, sobre la recurrente caída de la producción agrícola si por lo menos no se facilitaba el normal suministro de semillas, agroquímicos y fertilizantes. También reclamó la ausencia de una política de importación para suplir el obsoleto parque de maquinarias e implementos, que actualmente apenas cubren el veinte por ciento de las necesidades básicas de mecanización de los cultivos para poder lograr una productividad aceptable.
Al cierre del primer trimestre y en pleno ciclo de preparación de tierras para la siembra, el régimen continúa sin dar respuesta a los serios requerimientos de los productores de cereales y hortalizas. Así como tampoco a la urgente necesidad de los cañicultores y los cafetaleros de fertilizantes y herbicidas, insumos fundamentales para su aplicación después de la zafra y la cosecha para garantizar el éxito de la nueva producción.
Esta práctica de exterminio de los sectores productores de alimentos, ha sido sistemática desde los inicios del régimen y ha traído como consecuencia, la emergencia humanitaria causada por la escasez y la carestía de los alimentos. Uno de los sectores productivos más golpeados por el régimen ha sido el sector cafetalero.
La actividad cafetalera fue sostén de la economía nacional hasta inicios del siglo pasado y nuestro país llego a ser el tercer exportador del mundo. En 1998 la producción de café fue de 1.736.000 quintales, cubríamos el consumo interno y exportábamos aproximadamente 400.000 quintales. En la última cosecha la producción fue de 450.000 quintales. A pesar de la caída del consumo, necesitaríamos importar el 82% para cubrir nuestras necesidades. Es el saldo rojo que arroja el régimen, que más que cifras, representa la pobreza y la miseria que ha condenado a cerca de noventa mil personas dedicadas por generaciones al cultivo del café en nuestro país.
El cultivo del café junto al de la caña de azúcar y el cacao, representan el mayor número de familias dedicadas al trabajo rural. Movidos por un insano interés político, estas actividades han sido las más intervenidas por parte del régimen. Toda la cadena productiva ha sido tomada por el gobierno, desde el financiamiento, suministro de insumos, transporte, comercialización y procesamiento. En el caso del café, el régimen se apropió del noventa por ciento de las torrefactoras lo que trajo como consecuencia que la mayoría de ellas se encuentren inactivas.
Mientras los petrodólares lo permitieron, la caída de nuestra producción de café fue suplida por la importación. Este negocio fue realizado desde países gobernados por regímenes con afinidad ideológica al chavismo. Uno de ellos Nicaragua, el cual logró modernizar su agricultura gracias a la desgracia de los caficultores de nuestro país, vendiéndonos su producción de tercera categoría por encima de los precios internacionales y sin ningún tipo de control fitosanitario, lo que infortunadamente contaminó nuestros cultivos con la enfermedad de la roya cafetalera.
Es necesario un cambio de gobierno que se plantee la recuperación de nuestra producción de alimentos, privilegiando la producción nacional sin posiciones autárquicas. Para ello es fundamental que el nuevo gobierno asuma la producción, el consumo y la calidad nutricional de los alimentos como una Política de Estado.
La aplicación de una Política de Estado para garantizar la oferta de alimentos a nuestra población debe ejecutarse mediante un Plan Agroalimentario para el Pleno Abastecimiento. Este plan debe estar fundamentado en garantizar la seguridad jurídica a productores y consumidores y promover el flujo de financiamiento, tanto interno como externo, a través de instituciones financieras internacionales para poder desarrollar la producción.
Mediante la creación de un ente que promueva el desarrollo agroalimentario de nuestro país, se podrá dar apoyo a los planes de producción que tienen diseñados los gremios de la producción y de agrotécnicos, así como los sectores académicos.
Fedeagro ha presentado el “Plan de Recuperación Agrícola” donde incluye al cultivo de café. Propone elevar su producción en un 119% para abastecer nuestra población y exportar nuestro excelente grano. Por su parte, Conindustria ya ha planteado la ruta “Hacia una Venezuela Industrializada”, donde el sector agroindustrial tiene un papel relevante en esta iniciativa.
Unidos, el nuevo Estado Venezolano y el sector privado, rescataremos nuestro café para que nunca jamás tenga el aroma de otras tierras.