El amargo futuro de un dulce país sin azúcar

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Ing. Agr. M. Sc. Werner Gutiérrez Ferrer
Ex Decano de la Facultad de Agronomía de LUZ
@WernerGutierrez

Venezuela fue considerada como «una de las cinco naciones más dulces del mundo» por estar entre los primeros diez países con mayor ingesta per cápita de azúcar. La ingesta anual de azúcar alcanzó durante casi una década en promedio, los 40 kilogramos por habitante, incluyendo la de uso industrial 40 % y 60 % para uso doméstico. El mercado nacional demandaba 1.25 millones de toneladas de
azúcar cada año.

En la zafra azucarera 2005 – 2006, se logra una cosecha record a nivel nacional cercana a las 9.5 millones de toneladas de caña de azúcar, llegando casi a ocupar la capacidad instalada de molienda, que para esa época era de 10.0 millones de toneladas, cubriendo cerca del 70 % de la demanda interna de azúcar. Como consecuencia de las medidas desfavorables del gobierno de Hugo Chávez, y Nicolás Maduro, desde el 2008, se registra una importante caída en la producción de azúcar.

Según la Federación Nacional de Asociaciones de Cañicultores de Venezuela (FESOCA) en la zafra 2017 – 2018 solo logramos moler sobre las 3.5 millones de toneladas de caña (segundo nivel más bajo de los últimos 19 años), obteniendo 240 mil toneladas de azúcar, lo que representa solamente alrededor del 25 % de la demanda nacional. Durante el pasado año, se calcula el gobierno importó aproximadamente 600 mil toneladas de azúcar de Guatemala y otros “países aliados”.

Para satisfacer plenamente la demanda interna de azúcar con producción nacional deberíamos cosechar 15.0 millones de toneladas de caña de azúcar, con un rendimiento en molino del 8.0 %, lo que indica la necesidad de tener en campo alrededor de 250 mil hectáreas plantadas. Se estima que en la zafra iniciada con 20 días de retraso el pasado mes de diciembre, y que debe concluir en abril, escasamente se logren cosechar cerca de 70 mil hectáreas, 2.5 millones de toneladas de caña, con un rendimiento en molino menor al 8.0 %, considerando que los cañaverales no han sido fertilizados por no tener acceso los agricultores a este insumo.

Adicionalmente, el 60% de los núcleos de cosecha (incluyen maquinas cosechadoras, gandolas para movilizar la cosecha, transporte y personal especializado) no cuentan con las maquinarias óptimas por falta de repuestos, combustibles y lubricantes, sumando un riesgo adicional que podría generar que parte de los campos no puedan ser cosechados antes del inicio de lluvias, quedando diferidos para la zafra 2019 – 2020.

Para completar el escenario adverso que amenaza con extinguir la producción de azúcar a nivel nacional, el gobierno nuevamente desconociendo los diversos llamados del sector, fijo el precio del kilogramo de azúcar en Gaceta Oficial Nº 41.536 del pasado mes de diciembre a nivel de consumidor en 200 BsS.

Los 70 BsS por kilogramo que recibirá el productor, un mes después de entregar su caña al central, no le permitirá cubrir su estructura de costos, generándole pérdidas importantes, considerando que el cultivar una hectárea de caña de azúcar, supera 1.2 millones de BsS. Por cada kilogramo de azúcar, el cañicultor perderá sobre los 15 BsS, por lo que le están imposibilitando recoger la poca caña sembrada en los campos.

Las proyecciones indican que solo se producirá el 20 % del azúcar que demanda el país, por lo que se debe adquirir en el mercado externo cerca de 950 mil a 1.0 millón de toneladas para cubrir satisfactoriamente la demanda interna del 2019. Es decir, la importación de azúcar representaría la erogación de aproximadamente 400 millones de dólares. Sin embargo, es imposible que esta cifra se pueda cubrir considerando la caída en el ingreso de divisas, debido a la caída en los niveles de producción petrolera y la baja en su precio, en el mercado internacional. FESOCA, y las diferentes asociaciones que la componen, iniciaron desde el pasado mes de diciembre jornadas de protestas, que continuaran la próxima semana, para exigir sea liberado el precio del azúcar o se implemente un mecanismo de bandas, como única vía para permitirle cubrir los costos, y obtener rentabilidad, a cada eslabón de la cadena.

El gobierno venezolano debe abandonar las políticas destructivas del sector cañicultor iniciadas con la expropiación de 5.1 millones hectáreas de tierras, el apoderarse de 10 de los 16 centrales azucareros del país, negarle el acceso a los agroinsumos al sector, la seguridad, y aplicando un absurdo control de precios, en una economía hiperinflacionaria.

El mercado nacional muestra índices de escasez de azúcar que sobrepasan el 80%, mientras los ciudadanos nos vemos obligados a pagar por un kilogramo del producto en el mercado informal sobre los 1.000 BsS. Los tiempos por venir prometen ser aún más críticos. Se vislumbra un “amargo futuro a un dulce país sin azúcar”, que irónicamente ha demostrado tener infinitas potencialidades para autoabastecerse y exportar significativos excedentes, si trabajamos en dirección correcta.

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