De la falsa prosperidad al hambre inducida

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Fernando Camino Peñalver
@fernandocaminop

El régimen en casi veinte años de desgobierno ha aplicado dos planes destinados a modificar el marco económico de nuestro país: el Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación y el Plan de la Patria 2013-2019. El gobierno se inició con la aplicación del Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación, el cual fue el punto de partida para la destrucción de la actividad productiva privada. El propósito del régimen era sustituir la libre empresa por las unidades de producción “socialista”, en este plan también se afectó a las empresas básicas generadoras de divisas.

Pero la ineptitud y la corrupción acabaron también con estas empresas, incluyendo las básicas, lo que generó la caída de la oferta nacional de bienes y servicio y afectó el ingreso de divisas.

La llamada “inversión social” de este plan, creó una falsa prosperidad en gran parte de la población. Esta inversión fue mínima en relación al despilfarro y a la corrupción con que se dilapidaron más de mil ciento cincuenta millones de millones de dólares, provenientes de la renta petrolera y de deuda pública adquirida por el régimen. Pero a pesar de esto, se creó una abundancia de bienes importados y de reparto de dinero a través de las distintas misiones, creando una falsa prosperidad sobre la ruina del sector productivo nacional.

A partir de 2014, el crecimiento del producto interno bruto de nuestro país que era impulsado por los petrodólares y por los recursos de la deuda pública, cayó en picada por la disminución de los precios del crudo. Esta situación dio inicio al crecimiento de la pobreza y del desempleo, al aumento de la escasez y a la carestía de los alimentos debido a la incapacidad del sector interno para producir y a la falta de divisas para importar.

Con el Plan de la Patria, el régimen prometió que entre 2013 a 2019 tendríamos un crecimiento interanual de 4% del producto interno bruto, pero la realidad es que hemos caído en un 45% del PIB entre 2014 y 2017. También prometen mantener la inflación en un promedio anual de 20%, pero la verdad es que la inflación ha aumentado a niveles bárbaros. La hiperinflación culminó el 2017 en 2.735% y la anualizada entre junio de este año y junio de 2017 fue superior a 46.000%.

La realidad es que a partir de 2013, la situación de pobreza de nuestra población ha venido creciendo, llegando este año a niveles cercanos al 90% y la pobreza extrema a cifras superiores al 60%. El desempleo según el FMI se situó en 2017 en un 27% y prevé el mismo organismo internacional que para este año tendrá una tasa de crecimiento de un 33%. Sin embargo, aunque nadie lo crea, en el Plan de la Patria se estima reducir la pobreza a un 15% y la pobreza extrema hacerla inexistente, es decir 0% y el desempleo mantenerlo en una tasa interanual de un 5% entre los años de 2013 a 2019.

Lo cierto es que el Plan de la Patria presentado en 2012, en vez de corregir los desequilibrios de la economía causados por la aplicación del primer plan, profundizó la aplicación del modelo comunista, generando esta crisis humanitaria que azota a nuestra población con un nuevo ingrediente: el colapso de los servicios públicos y hospitalarios.

La crisis que padecemos ya ha degenerado en una emergencia humanitaria compleja, porque además de ser ocasionada por la corrupción y la ineptitud del régimen, está siendo aprovechada políticamente por éste para intentar perpetuarse en el poder. También el hambre inducido, ahora es utilizado por la maquinaria de corrupción que acabó con el sistema público de distribución de alimentos para hacer negocios turbios través de los
Clap. Este mecanismo ha sido calificado de crimen contra los venezolanos, por parte de diversas ONGs y organismos internacionales.

Mientras tanto el régimen va en contravía de la solución de este caos. Es por ello que debemos cambiar este desastre por un modelo político democrático, que garantice la apertura económica suficiente para generar producción interna y la capacidad para poder importar lo que se requiera mientras se estabiliza el sector productivo privado.

Necesitamos un gobierno que se preocupe de la población más vulnerable de nuestro país y que detenga esa manipulación política perversa. El nuevo gobierno debe tener como una de sus prioridades, incorporar a estos venezolanos al desarrollo y a los niveles de consumo conforme a las normas internacionales. En eso seguimos trabajando.

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