Instalar un sistema de riego eficiente, como el riego por goteo, no solo le evitará mucho trabajo, sino que también le ayudará a ahorrar agua (y dinero) en su jardín. «Un sistema de riego eficiente resulta económico y mucho más sostenible, ya que supone un ahorro de agua importante», añade la creadora de Plantea en Verde. Además, afirma, «puede complementarlo con un bidón para recolectar el agua de lluvia» y usarla después para regar.
Una diversidad de plantas colocadas de manera estratégica, utilizando asociaciones beneficiosas y plantas locales, es la mejor forma de evitar la aparición de plagas. «Un ejemplo es poner cerca plantas como la lechuga (que desarrolla más su parte aérea) y la zanahoria (que se desarrolla más en el subsuelo) en el huerto», apunta Toni Jardón, de la web La Huertina de Toni.
En un jardín sostenible la prevención es fundamental, y esto se puede llevar a cabo desde el diseño, pero también manteniendo las plantas sanas y cuidadas. En todo caso, si las plagas aparecen, también existen tratamientos ecológicos que son efectivos y asequibles.
La jardinería sostenible evita usar fertilizantes químicos, ricos en nutrientes como el fósforo o el nitrógeno, que son rápidos de absorber por las plantas, pero igual de rápidos en desaparecer del suelo por escorrentía.
Al contrario, la clave del jardín o huerta ecológica es alimentar al suelo, en lugar de a la planta. «El suelo es la base de todo huerto o jardín ecológico. Un suelo rico en abono orgánico de calidad es todo lo que necesita una planta para crecer sana», señala Rosique. Invertir en un buen sustrato es primordial. Vale la pena gastar un par de euros extras en este material que será la base de todo el jardín.
Un jardín sostenible, y además barato, puede empezar con la siembra de semillas, que son más económicas que los plantones ya crecidos. Y, también, cunden mucho. Además, muchas plantas se pueden reproducir por esqueje, por lo que si tiene un amigo o vecino con un jardín, pregúntele si le daría unos cuantos para comenzar.