Fernando Camino Peñalver
@fernandocaminop
En casi todas partes de nuestro país cuando se trataba de dar un ejemplo de abundancia, se decía: “hay como arroz”. Este alimento de origen asiático se convirtió en uno de los cereales más consumidos por nuestra población. Nuestro consumo de arroz, de acuerdo con el histórico de la demanda, debería estar en un aproximado de 1.200.000 toneladas, pero está muy por debajo de esta cifra debido a que la producción nacional solo cubre un 36% y las importaciones disminuyeron en un 31%.
Los productores nacionales habían logrado, con esfuerzo y mejores prácticas agronómicas, producir arroz suficiente para abastecer el consumo de nuestra población y, por la calidad del producto, conquistar el mercado internacional. Nuestros técnicos, mediante mejoramiento genético, desarrollaron semillas adaptadas a nuestras condiciones agrológicas y con mayor resistencia a plagas y enfermedades.
Pero hoy el venezolano ya no dice “hay como arroz”, ahora dice: “más difícil que conseguir arroz”. ¿Qué plaga pudo arrasar con la producción de arroz que era suficiente para abastecer nuestro consumo? La respuesta es muy sencilla: la plaga del Socialismo del Siglo veintiuno.
Este régimen se instaló en el poder con una idea fija: perpetuarse en él. Con este propósito tomó la determinación de acabar con el sector privado de la producción, nos parecería absurdo, pero para ellos no lo es. Porque el sector privado tiene una mayor capacidad para generar empleos, produce bienes y servicios conforme a la demanda de la población, es decir, crea bienestar y la población no depende directamente del gobierno.
Para lograr estos dos objetivos, la lógica perversa del régimen fue pretender sustituir la producción privada por la de las empresas de producción socialista. Como estas empresas fracasaron, el régimen sustituyó el déficit de producción, con importaciones pagadas con los abundantes dólares obtenidos de la bonanza petrolera. Estas importaciones, sobre todo las de alimentos, han sido signadas por la corrupción y la pésima calidad sanitaria y
nutricional, lo que las diferencia enormemente de la producción nacional.
Pero la caída de los precios del petróleo y la disminución de la producción del crudo por fallas operativas de Pdvsa, destruyó el mito del buen vivir montado por el régimen a punta de importaciones. Del mito del buen vivir pasamos a la realidad: hambre, pobreza, escasez y desnutrición.
La producción de arroz en nuestro país se puede recuperar a corto plazo, lógicamente luego de un cambio de gobierno. Mediante la ejecución de un plan agroalimentario el Estado venezolano debe asumir una política de estímulo a la producción. Esta Política de Estado, no debe convertirse en proteccionismo a la actividad. Esta Política de Estado debe ser para garantizar la seguridad jurídica y la libertad económica, con la finalidad de generar rentabilidad, financiamiento suficiente y oportuno y el estímulo a la productividad mediante el libre comercio de insumos maquinarias y de tecnología.
Hemos venido planteando la propuesta de un Plan Agroalimentario para el Pleno Abastecimiento de alimentos. En el caso específico del arroz, proyectamos la rehabilitación de 250.000 hectáreas que es la superficie de siembra ya existente. También planeamos, la aplicación de tecnología de punta para aumentar la productividad con un rendimiento promedio de 5.000 kilogramos por hectárea. Así podremos acorto plazo, lograr una producción de 1.250.000 toneladas anuales.
El crecimiento de la producción primaria solo podrá garantizar la oferta suficiente y oportuna a nuestra población, si existe un desarrollo armónico en todos los componentes del circuito de producción del arroz. El estímulo a toda la cadena de producción es fundamental, sobre todo en las áreas de la agroindustria, comercialización, transporte y el agrocomercio.