Contrario a lo que piensan muchos productores, implementar algún proceso de biotecnología en su finca no es tan rentable si no tiene presente algunos factores. Conozca en cuáles casos podría ser conveniente o perjudicial la aplicación de cualquier de los métodos.
Hay varios indicadores que determinan la productividad de una ganadería, dependiendo de su especialidad en leche o carne. El interés de la primera es la cantidad de litros de leche mientras que la segunda se preocupa por las ganancias de peso.
En cambio, un indicador que inquieta tanto a productores lecheros como a criadores es la fertilidad de sus vacas, pues como es bien sabido, un ganadero necesita que sus vacas se preñen y den crías una vez al año si busca una verdadera rentabilidad.
En la actualidad, los ganaderos pueden recurrir a 3 formas para preñar a sus vacas: monta natural, inseminación artificial y transferencia de embriones. Si bien las últimas 2 se privilegian en las grandes empresas, la elección de cada una depende de algunos aspectos que el propietario de la ganadería debe tener en consideración.
Factores que determinan la elección de biotecnología
De acuerdo con César Augusto Gómez Velásquez, médico veterinario y magíster en Ciencias Veterinarias, la monta es utilizada en más del 95% de las vacas que existen en el país, la inseminación entre un 3,5 y 3,8 %, y la transferencia, apenas un 0,8 %.
Aunque ha defendido la implementación de la inseminación artificial como una herramienta ideal para mejorar los índices de reproductividad en las fincas colombianas, argumentó que no siempre es la más efectiva en determinadas condiciones, siendo la primera el tamaño del terreno.
“En fincas exageradamente grandes, de 2.000 a 5.000 hectáreas, se puede complicar el montaje del programa de inseminación, porque va a tener una gran cantidad de ganado apto para inseminación que está lejos de los corrales”, precisó.
En este caso, el manejo con detección de celos se vuelve más costoso y no siempre es tan efectivo como se quisiera. En este punto, el experto aclaró que la piedra en el zapato de las ganaderías colombianas es precisamente la identificación del estro.
A esto se suma el valor de cada inseminación, que equivale al costo de cada pajilla empleada en cada servicio así como el pago a un operario que la aplique, a menos que lo haga un trabajador de la finca.
Otro factor que incide es la planeación de la inseminación a tiempo fijo, IATF, porque se requiere el uso de hormonas para sincronizar los celos de las reses, cerca de $50 mil por cada una según Gómez.
“También subiría el costo lo que vale la pajilla y lo que vale el trabajo de la persona que esté haciendo la sincronización, del médico veterinario que escoja los animales, los sincronice y los insemine”, precisó.
Añadió que de acuerdo a sus cálculos, el valor de una programación en IATF no debe superar 3 días abiertos en ganadería de leche. En una producción de 25 litros diarios, el día abierto cuesta alrededor de $22 mil, aunque hay otras donde llega hasta los $25 o $27 mil. Si un animal llega al período de destete o secado con menos de un mes de preñez, generará una pérdida de $2800 mil.
¿Cuándo es mejor la monta natural?
En el caso de las fincas grandes, en las cuales es muy difícil detectar el celo, se debe recurrir a la monta natural o a la IATF usando protocolos hormonales. En estos terrenos extensivos, se deben usar toros con excelente genética probada, tratando de conservar uno por cada 40 vacas.
Un toro empieza su vida reproductiva a partir de los 2 o 2 años y medio, y puede durar hasta 8 años. Esto conlleva a un grave problema de consanguinidad al interior de la finca, por lo cual es necesario tener más de un macho y se deben rotar continuamente.
Este debe ser seleccionado por la herencia genética que trae de sus progenitores y que lo certifican como un animal con excelente cualidades, tanto fenotípicas como productivas, pues el animal debe acoplarse al ambiente donde se va a reproducir.
No obstante, con estos toros también se puede implementar la IA y optimizar su trabajo. En lugar de forzarlo a montar, se puede extraer su semen y obtener entre 300 y 400 pajillas, que en teoría podrían servir a igual número de reses. Si se preña la mitad, se podrían obtener hasta 200 crías.
Gómez Velásquez señaló que debido a la dificultad para detectar celos en hatos muy numerosos, los propietarios optan la preñez natural y seleccionan algunas reses para aplicar IA.
“En una finca con 1.000 vacas, todas deben reproducirse, pero no todas lo hacen bajo la inseminación artificial. En esa tenemos unas 200 muy buenas, que se inseminan, y las 800 restantes está bajo condición de monta natural con toros seleccionados”, puntualizó.
También se recurre al método tradicional cuando las vacas son difíciles de preñar con la IA. Algunas reciben hasta 3 servicios sin resultados exitosos, hasta que finalmente coloca un toro que finalmente logra preñarlas.
Transferencia de embriones es costosa pero puede hacerse
Aunque los procesos de transferencia de embriones pueden costar mucho dinero (una preñez confirmada vale entre $800 y $900 mil dependiendo del protocolo), Gómez recomendó el uso de las biotecnologías.
“Si el ganadero tiene la facilidad de implementarlas en su finca, que lo haga con éxito. Yo aconsejo que si quiere hacer una transferencia de embriones, debe acostumbrarse a trabajar con el manejo de una vaca en celo”, observó Gómez.
De hecho, si el productor ya tiene un programa de IA, donde cuenta con personal capacitado para realizar la tarea y las herramientas para desarrollarlo, puede lanzarse al trabajo con transferencia de embriones.
Esto le permitirá tener unas crías de excelente genética, porque podrá escoger tanto a los toros como a las vacas donadoras, lo que permite “acortar un intervalo generacional y hacer mejoramiento genético a gran escala y más rápido”.
En caso de elegir este método de biotecnología, el médico veterinario sugirió elegir muy bien a las vacas donantes así como las receptoras, que serán mucho más numerosas, naturalmente.
“Si el ganadero tiene el concepto de IA y de detección de celos, tiene buenos establos, buenos corrales y buen brete, le queda muy fácil hacer transferencia de embriones”, dijo Gómez Velásquez.
Inseminación artificial, la mejor alternativa
En ganaderías convencionales de 100 o 200 vacas, se puede elegir el programa de IA porque la detección de celos se puede efectuar en el momento en que los animales ingresan al corral, que sucede 2 veces al día.
“La inseminación artificial es una de las mejores técnicas de reproducción convencional que presenta mejores tasas de mejoramiento genético, porque se usan pajillas de toros evaluados con estadísticas”, sostuvo el médico veterinario.
En algunos de esos momentos, se observará el celo en las vacas y se podrá proceder a inseminarla, siempre y cuando el operario o el mayordomo sepa hacerlo.
Se debe tener en cuenta que hay zonas en el país donde los productores no necesitan contar con equipos para almacenar las pajillas. En cambio, se puede contactar a los médicos veterinarios de la Umata de cada municipio, que pueden aplicar el material adquirido por el ganadero.
No obstante, a pesar de ser una biotecnología que comenzó a utilizarse desde hace bastante tiempo, Gómez indicó que todavía falta mayor incentivo para que el resto de los ganaderos comience a implementarla en su predio con regularidad.
“Hace falta llegar a las personas, capacitar más al campesino para que aprenda a inseminar. A mí me gusta que el mayordomo inseminen, porque se vuelve más económico”, declaró el experto.
A esto se suma el bajo costo. Si el trabajador de la finca hace el servicio, entre la pajilla y el material, apenas suman $30 o $35 mil. Aun así, Gómez recomendó pagar una bonificación por vaca preñada, para premiar el trabajo del inseminador, que se esforzará por buscar reses en celo y lograr mayores tasas de éxito.