La distribución geográfica de la plaga está ligada a la ubicación de sus plantas hospedantes, lo que facilita la introducción y el establecimiento de muchos ejemplares.
En Latinoamérica se han descrito especies que afectan a diversos cultivos y ocasionan daños de gran envergadura. Hacia finales de 2013 en Tamaulipas, México, se identificó una “nueva plaga” el Pulgón amarillo “Melanaphis saccari” que causó pérdidas económicas del 30 al 100% del cultivo de sorgo y se presentó también en Texas, Louisiana y Missisipi, USA, con alto impacto en perdidas.
En 1988 en Colombia -Valle del Cauca- se presentó un brote sorpresivo de Pulgón amarillo “Sipha flava Forbes” Hom Aphididae, que determinó la necesidad de aplicar insecticidas en 4000 hectáreas.
En sorgo se pudo determinar que la variedad susceptible Mex 52-29 en condiciones de alta infestación con 30% de hojas atacadas y 2 meses sin control, sufrió 42% de reducción de tonelaje y 54% de disminución en la producción de azúcar (Londoño y Gómez 1990)
En la década del 70, en el Cono Sur, especialmente Brasil, Argentina y Chile sufrieron serios problemas.
En Brasil durante el período 1978 – 1982 se desarrolló un Programa de Control Biológico de Pulgones de Trigo, por el cual fueron introducidas 14 especies de microhimenópteros parasitoides y dos especies de coccinélidos. Como resultado las poblaciones de pulgones fueron reequilibradas en niveles tales que el uso insecticidas decreció significativamente.
También se implementó un exitoso Programa de Control Biológico para estos mismos pulgones en Chile y se logró un ahorro de U$S 60 millones de aplicaciones de insecticidas para el conjunto de países de la región es decir Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay (Zúñiga 1987)
En Argentina han sido citadas alrededor de 225 especies de pulgones de interés económico de los cuales 60 son de origen neotropical, 17 originarias de América del Norte y el resto provenientes de Eurasia.
Los pulgones tienen gran importancia ecológica y agronómica porque comprometen el valor de los cultivos y plantas ornamentales. Esta plaga provoca daños directos e indirectos que se traducen luego en disminución de rendimiento.
Los daños directos los ocasionan al succionar el floema de las plantas introduciendo un estilete que le permite perforar el tejido epidérmico del tallo de las plantas. Además incorporan saliva tóxica y extraen grandes cantidades de savia lo que provoca clorosis, manchas y muerte de hojas. Tanto las ninfas como los adultos sacan nutrientes de la planta y alteran el balance de las hormonas del crecimiento esto debilita las plantas y detiene el crecimiento.
Algunas especies son muy específicas, y se alimentan de una única especie de planta o cultivo (monófagas),mientras que otras se alimentan de un gran número de especies (polífagas).
El segundo tipo de daño es indirecto y se observa cuando las plagas presentes en el cultivo son transmisoras de virus. Las poblaciones de pulgones están influidas por un complejo de variables climáticas. Las precipitaciones disminuyen las poblaciones de algunas especies de pulgones mientras que años con clima seco las incrementan, haciendo necesario en muchos casos la aplicación de medidas de control.
Existen también efectos indirectos de los pulgones sobre las plantas como consecuencia de la alimentación. Por un lado, los pulgones excretan el exceso de azúcar como una melaza, que al depositarse sobre las hojas favorece el desarrollo de mohos de hollín, tizne o negrilla (Cladosporium sp.), reduciendo la actividad fotosintética de la planta. Adicionalmente, cuando este hongo mancha los frutos, deprecia su valor comercial. Por otro lado, pueden transmitir a la planta una gran variedad de sustancias tóxicas y/o ser vectores de virus Fito patógenos.
Esta especie ataca al trigo desde su nacimiento hasta encañazón y se ubica generalmente en el envés de las hojas. S. graminum es favorecido por temperaturas menores a 20 ºC y tiempo seco, y no es afectado por heladas.
En cuanto a sus ataques son otoñales y afectan a los cultivos en los primeros estadios, desde el de plántula hasta encañazón. Ocasiona un daño cuya severidad depende del grado de desarrollo de los cultivos y la densidad poblacional de la plaga. En ataques tempranos, las plántulas de trigo pueden ser destruidas por completo.
Cuando el cultivo se encuentra más desarrollado las pérdidas ocasionadas por esta especie son variables (de entre el 25 a 60 %) dependiendo de las condiciones climáticas y el estado del cultivo.
Es deseable hacer un manejo integrado de la plaga, combinando distintas medidas preventivas y de control.
Para esto deben aplicarse prácticas preventivas como la eliminación de malezas y hacer un manejo adecuado del riego y el drenaje del suelo para que las raíces tengan un hábitat adecuado; así como evitar prácticas muchas veces innecesarias como las podas drásticas en caso de especies arbustivas y arbóreas que debilitan a las plantas.
En caso de control químico, el criterio de decisión debe contemplar el umbral económico específico de cada especie y el estado fenológico del cultivo.
Además, debe observarse cuidadosamente la presencia de enemigos naturales. Los pulgones presentan numerosos enemigos naturales entre los que encontramos los predadores, parasitoides y hongos, que ejercen fuerte presión en mantener las poblaciones por debajo de los umbrales de daño.
Para la prevención del ataque por pulgones a escala doméstica, se recomienda plantar cerca de las especies sensibles, plantas que funcionan como repelentes tales como la lavanda, la madreselva, el lupino, el ajo, o la ortiga. En caso de observar ataques débiles, se pueden cortar las hojas y brotes dañados. También se utilizan trampas para su captura atrayentes de las formas aladas, lo que ayuda en la detección de las primeras infestaciones de la plaga. En el caso de ser árboles los afectados, se puede colocar cintas pegajosas en la corteza, para atrapar la mayor cantidad de individuos posibles. Los tratamientos se suelen repetir varias veces a lo largo del año, ya que los pulgones presentan numerosas generaciones.
El control biológico mediante enemigos naturales es otra de las técnicas de elección. Existen especies de parasitoides (insectos cuyas larvas se alimentan exclusivamente del cuerpo de otro artrópodo, al que inevitablemente matan), principalmente del género Aphidius. Por otro lado, también hay especies de depredadores, entre las que se destacan larvas y adultos de neurópteros (Chrysoperla carnae y Chrysopa formosa), coleópteros coccinélidos (Coccinella septempuntata), larvas de dípteros y varios himenópteros. También existen entomopatógenos, como por ejemplo el hongo Verticillium lecanii. Para favorecer el control biológico de los pulgones es necesario proteger a estos enemigos naturales, evitando su destrucción mediante tratamientos con productos de amplio espectro.