Pedro Raúl Solórzano Peraza
Diciembre de 2017
Durante las décadas de los años setenta y ochenta, el sorgo granífero (Sorghum bicolor) se estableció en Venezuela con una expansión vertiginosa, especialmente en los llanos guariqueños, de paisajes ondulados y agrestes, donde existía una ganadería trashumante debido a los períodos tan secos que caracterizan el “verano” en esta región del país, que obligaban a la movilización de los rebaños hacia los llanos del sur buscando pasto verde y agua para esos animales, así como también obligaban a la venta de animales fuera de edad y de bajo peso, por no tener facilidades para su alimentación.
Pero llegó el sorgo, y se demostró la facilidad para producir este grano forrajero, con sus ventajas para convivir con la ganadería bovina de esas llanuras. El cultivo se expandió luego a otras regiones del país, logrando uno de los índices de crecimiento interanual más elevado en toda la historia de nuestra producción agrícola. El sorgo granífero llegó a
cubrir cientos de miles de hectáreas, pero hoy su producción se ha estancado y trata de sobrevivir en menos de 100.000 hectáreas distribuidas en algunas regiones de nuestro territorio. Considerando ese potencial, y por la necesidad que tiene el país de producir granos forrajeros para la industria de alimentos balanceados para animales, es necesario promover programas de producción comercial con este cultivo.
El sorgo granífero es un cultivo industrial, pues su grano, el cual es su principal producto, se utiliza en grandes proporciones como fuente energética en la elaboración de alimentos balanceados para animales, por lo que se considera un grano forrajero. Por otro lado, luego de la cosecha del grano hay un forraje remanente como producto secundario, que puede ser utilizado directamente por el ganado en pastoreo o puede ser henificado, por lo que este cultivo se considera de doble propósito y debería ser el mejor aliado de los ganaderos. Como todo cultivo industrial de uso masivo, es totalmente mecanizado.
La rusticidad de esta planta le confiere grandes probabilidades de ampliar su superficie de siembra, sin competir por espacios con otros cultivos más exigentes como el maíz. Durante muchos años hemos tenido un déficit elevado de granos forrajeros que en el pasado se cubrió con la importación de trigo de segunda (US Nº2) y luego de sorgo, y que en la actualidad se cubre con la importación de maíz amarillo, estimada en más de dos millones de toneladas al año.
Quiere decir, que existe en el país una gran oportunidad para que este cultivo crezca considerablemente, y pase a disminuir la brecha que hay entre la demanda y el suministro de material energético para la alimentación
animal.
Una de las razones del estancamiento en la producción nacional de sorgo granífero, obedece a que su precio ha sido tradicionalmente muy inferior al del maíz amarillo, y los pocos productores que se mantienen sembrando sorgo es porque las condiciones de sus fincas no permiten una siembra segura de maíz, o porque son ante todo ganaderos con la imperiosa necesidad de disponer del forraje que produce el sorgo.
Debido a esto se considera necesario que se revisen los precios del grano de sorgo, que lo hagan competitivo en el mercado nacional, lo cual serviría de estímulo para que los agricultores lo seleccionen en sus planificaciones.
En Venezuela tenemos muchos recursos naturales con aptitud para la producción de sorgo granífero. Se puede decir que haciendo abstracción de otros aspectos, con excepción de las zonas montañosas y aquellas que se inundan o aguachinan por períodos prolongados, todas aquellas áreas con suelos de texturas medias a pesadas y al menos 400 mm de lluvia concentrada en 4 meses, son potencialmente aptas para la producción de sorgo granífero. Suelos de texturas livianas, incluyendo franco arenosos y areno francosos, deben estar ubicados en áreas con regímenes de lluvia de al menos 600 mm concentrados y bien distribuidos en 4 meses, para ser considerados para la producción de sorgo. Estas condiciones predominan en Guárico y las mesas de Anzoátegui y Monagas. No se puede olvidar el inmenso recurso que existe en los Llanos Occidentales, donde se ha demostrado que el sorgo es una verdadera opción para la siembra del período de norte-verano y que solo en Portuguesa en el año 2003 se llegó a sembrar más de 100.000 ha con rendimientos muy aceptables y costos de producción relativamente bajos. Para el ciclo Norte-Verano del 2017, especialmente los productores de Portuguesa, planificaron realizar unos programas modestos, pero que pueden servir de motivación para la recuperación del cultivo de sorgo granífero en esta región.
Es evidente el gran potencial de recursos naturales que hay en el país para incrementar sustancialmente la producción de sorgo, y contribuir directamente al suministro de forrajes y al autoabastecimiento nacional de granos forrajeros; e indirectamente, a la producción de carne, huevos y leche, razones por las cuales, como ya se ha señalado, este cultivo se considera de doble propósito.
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