Ing. Agr. M. Sc. Werner Gutiérrez Ferrer
Ex Decano de la Facultad de Agronomía de LUZ
Para quienes desde el análisis objetivo, apegados a criterios técnicos – científicos, nos dedicamos a estudiar la caída en la producción y consumo de alimentos en Venezuela, no puede menos que sorprendernos y preocuparnos la afirmación de Delcy Rodríguez, persona de alta influencia en las políticas del gobierno nacional: “en Venezuela no hay hambre, en Venezuela hay voluntad”.
Según el Centro de documentación y análisis social (Cendas – FVM), de la Federación venezolana de maestros, el costo de la Canasta alimentaria familiar (CAF) correspondiente al mes de julio pasado, se ubicó en 1.443.634,25 bolívares, aumentando 17,4 % con respecto al mes de junio y 296,7 % en su variación anual, entre julio de 2016 y julio 2017.
El profesor de la Universidad de los Andes Alejandro Gutiérrez, al analizar la relación entre el ingreso familiar de dos salarios integrales (salario mínimo + bono de alimentación) y el costo de la canasta alimentaria, determinó que «para diciembre 2008, con dos salarios integrales por familia se podía cubrir el 162,4 % del costo de la canasta alimentaria» en Venezuela.
Cuando analizamos esta misma relación para julio 2017, tomando como referencia los datos del Cendas – FVM, encontramos que con dos salarios integrales, una familia venezolana sólo puede lograr adquirir hoy en día, el 34.7 % de la canasta alimentaria. Es decir, que un hogar promedio requiere 5,7 salarios integrales (250.531,0 Bs.) para adquirir la CAF. Evidentemente, esto demuestra el deterioro real de la capacidad de nuestros hogares para la compra de alimentos, lo cual ha generado una merma importante en el consumo del venezolano, produciendo no sólo hambre, sino desnutrición, pérdida de peso y muertes.
Un estudio de la firma Ecoanalítica determinó que la venta de carnes rojas cayó 41,6% en el primer trimestre de este año, en comparación con el mismo período de 2016, mientras en pollo la disminución fue de 47,3% y de 27.4 % en embutidos. Esta tendencia, hemos advertido, se muestra igualmente para las fuentes tradicionales de carbohidratos en la dieta del venezolano, arroz, harina de maíz y trigo, motivado a una escasez cercana al 80% de estos rubros, sometidos a precios controlados por el gobierno, impulsando, una mayor especulación e inaccesibilidad de los alimentos. El Cendas – FVM determinó que para el mes de julio, la diferencia entre los precios controlados en productos bajo regulación, y los precios del mercado informal, es de 10.433,5 %.
Lastimosamente una vez más debemos advertir, lo peor aún está por venir. El profesor Gutiérrez nos alerta que para el cierre del presente año «tendremos una disponibilidad para consumo humano de energía alimentaria/persona/día inferior al 95 por ciento de los requerimientos normativos establecidos por el Instituto Nacional de Nutrición». ¿Si esto no es hambre, qué otra definición le podremos colocar?