Artículo de Opinión, escrito por: Fernando Camino Peñalver @fernandocaminop
Una de las causas de la emergencia humanitaria compleja que está afectando a nuestra población, ha sido la caída del consumo de alimentos, que se ha acentuado debido a la disminución de la capacidad adquisitiva del núcleo familiar. En nuestro país existe un estado de miseria generalizado que ha empobrecido al 90% de nuestra población.
El ingreso mínimo por debajo de cinco dólares por mes y la “bonificación” del salario con aportes menores a un dólar diario, son el referente inicial de los sueldos y los salarios, que en las condiciones más ventajosas, apenas alcanzan a cubrir el costo mensual de los alimentos calculados en más de 500 dólares.
La economía nacional está entrando nuevamente en recesión, debido a la caída del PIB de forma consecutiva en este semestre: 7.6% en el primer trimestre y 6.3% en el segundo trimestre. Esta situación va a aumentar el desempleo y la baja remuneración que recibe el trabajador. Además el empobrecimiento de nuestra población cada día se agrava más por el desmedido aumento de la inflación, que en los últimos doce meses ha sido de 422% y que hasta el mes de agosto de este año acumula un crecimiento de 144%.
El mes de agosto cerró con una inflación de 13.6, que ha sido la más elevada de este año. De continuar el crecimiento inflacionario en los niveles de agosto, se podría estimar que la inflación acumulada de este año puede ser superior a 200%.
Para superar la situación de pobreza de nuestra población, es necesario que el gobierno tome medidas para estabilizar la macroeconomía para poder abatir la creciente inflación y también diseñe políticas de estímulo a la producción y a la creación de empleos bien remunerados.
Las instituciones del Estado Venezolano, deben generar confianza, para estimular la inversión privada nacional e internacional. La confianza es un valor intangible y necesario para la propensión a invertir y para la generación de empleos bien remunerados.
Con una población empobrecida, azotada por el crecimiento de la inflación, sin posibilidades reales de mejorar sus ingresos ni de optar a nuevos empleos decentes debido a la recesión económica, no será posible el crecimiento del consumo, por lo tanto la actividad de la producción de alimentos seguirá estancada o con leves repuntes de crecimiento en algunos rubros de producción.