Minuta Agropecuaria |1 Nov 2023
La mayor parte de los abortos se originan a partir de enfermedades infecciosas y parasitarias. Un manejo eficiente debe incluir la prevención de estas enfermedades, el diseño de planes sanitarios sólidos y su correcta ejecución. Con estas variables bajo control, se asegura el bienestar animal y los vientres llegan en buena condición al parto.
Los profesionales veterinarios coinciden en que la mayor parte de los abortos se originan a partir de enfermedades infecciosas bacterianas como brucelosis y leptospira, parasitarias como neospora y otras de tipo viral.
“Siempre la recomendación es la consulta veterinaria y el cumplimientos de los esquemas y momentos de vacunación; esto implica acciones tanto previas al parto de vaquillonas preñadas como post parto en los terneros”, detallaron en un estudio publicado en Argentina.
Mientras algunas vacunas se aplican a todo el rodeo, otras se destinan solamente a los grupos gestantes. El calendario sanitario incluye dosis obligatorias -aftosa y brucelosis- y algunas de manejo, que se aplican de acuerdo al criterio del profesional veterinario y según la región y antecedentes del campo.
Otro factor que erosiona los números del rodeo vacuno es la hipomagnesemia, una enfermedad asociada a bajos niveles de magnesio en sangre. Este cuadro se puede originar tanto por una menor ingesta como por una mayor demanda del animal.
Esta enfermedad afecta a bovinos adultos, sobre todo en situaciones de estrés como el parto. La falta de este nutriente hace que la vaquillona realice mayor esfuerzo en el alumbramiento y tenga partos prolongados.
De este modo, la cría no nace con rapidez y se interrumpe el suministro de oxígeno en el canal de parto, resultando en terneros nacidos muertos o inclusive la muerte de la madre. Para evitar este escenario, es clave la suplementación del rodeo con magnesio, sobre todo en períodos de mayor demanda como gestación y lactancia.
Para una mayor atención de los partos y una mejor gestión de los recursos humanos en el campo ganadero, una herramienta consiste en agrupar las pariciones. Con este fin, se divide entre los primeros dos meses y la cola del último mes de parición.
Con la tendencia a los entores de vaquillonas de 15 meses, cobra relevancia el cuidado de las vacas jóvenes con cría. “Servir vaquillonas de 15 y 16 meses de edad es una práctica donde se gana un año de vida útil y el beneficio de mayor eficiencia de producción”, consideraron.
Una recomendación para este tipo de prácticas es llevarlas a cabo en sistemas donde se pueda garantizar la correcta recría pre-servicio y post-parto. Un mal manejo puede desencadenar una serie de problemas fisiológicos como retrasos en tomar servicio, disminución de la fertilidad de los celos y bajos porcentajes de preñez.
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