Ing. Agr. M. Sc. Werner Gutiérrez Ferrer
Profesor y Ex Decano de la Facultad de Agronomía de LUZ
@WernerGutierrez
En días recientes fui invitado por la Asociación de Productores de Semilla Certificada de los Llanos Occidentales (APROSCELLO) a dictar una conferencia en actividad enmarcada en su 45 aniversario, en la ciudad de Araure, estado Portuguesa. Fue un escenario de encuentro de los más notables gremios agrícolas nacionales para acompañar a esta distinguida asociación, en la presentación de propuestas para la nueva Venezuela agrícola.
Portuguesa, ubicada en los Llanos Centro Occidentales, con justicia es conocida como “el granero de Venezuela” al ocupar el primer lugar como productor de maíz, arroz, girasol, ajonjolí, sorgo y otros rubros importantes, como caña de azúcar y café. Zona privilegiada desde el punto de vista de las potencialidades de suelo, clima y agua para la agricultura. Sin embargo, su mayor fortaleza está representada por el espíritu inquieto e innovador de su gente, y el amor derramado sobre sus campos, que es entregado con especial esmero de padres a hijos.
No puedo dejar de expresar mi admiración ante iniciativas como la de APROSCELLO, porque “en medio de la crisis agroalimentaria más profunda de la historia del país…¨, es de valientes atreverse con ímpetu y rebeldía a “abrir espacios para el discernimiento, la propuesta, el debate, y lo más importante, la promoción del conocimiento como herramienta fundamental para la superación
nacional”.
El sector agropecuario está dejando constancia para la historia de esas dos Venezuela que luchan férreamente por el derecho a delinear el futuro de nuestra nación. No en vano hemos afirmado que “El campo es la solución”, desde sus paisajes se está gestando su reconstrucción. Consciente de sus fortalezas, es uno de los sectores más activo en la presentación de propuestas para el diseño de esa Venezuela alternativa, y la agricultura de Portuguesa, es digno ejemplo de ello.
Estamos en presencia del ocaso de la Venezuela que nos deja el “Socialismo del Siglo XXI”, la de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, la del oscurantismo y destrucción del aparato agroproductivo nacional que ha ocasionado una drástica caída en la producción de la casi totalidad de los rubros agrícolas. Esa Venezuela, la de un estado corrupto e ineficiente, que amparada detrás del poder de las armas, busca aniquilar al sector agroproductor privado para someter a la población al chantaje de una bolsa de comida, ya pronto será parte del pasado.
Irrumpe con decisión y coraje, gracias a gente como la de Portuguesa, una nueva Venezuela que viene germinando con indiscutible vigor. Es la Venezuela positiva, la de las libertades económicas, que apuesta a un sector agroalimentario privado fortalecido con oportunidades de crecimiento para el pequeño, mediano y gran emprendedor. En esa nueva patria, habrá espacio para que la libre competencia favorezca la permanente accesibilidad de los alimentos a nuestro pueblo.
Los gremios agropecuarios, han asumido la tarea de diseñar las estrategias que nos permitan el garantizar la alimentación a 31 millones de personas en términos de disponibilidad, acceso, utilización y estabilidad, pero a su vez el diversificar nuestra economía, a través del posicionamiento de nuestros productos en el mercado internacional. Tenemos la obligación de construir un modelo de desarrollo agrícola económicamente viable, socialmente justo y ambientalmente racional.
No hay espacio para la improvisación. El país apuesta a nuestro éxito. Entre nuestros principales objetivos deben estar el recuperar el crecimiento del sector, logrando una tasa de crecimiento sostenida del 4 a 6 % anual del PIB agrícola; avanzar de la dependencia a la autosuficiencia agroalimentaria en el 80 % de los rubros que componen la dieta diaria del venezolano; convertir a Venezuela en una nación agroexportadora, diversificando nuestra economía, y el generar bienestar, progreso y riqueza en la ruralidad venezolana.
Por décadas la agricultura y agroindustria de Portuguesa ha dejado constancia de su espíritu emprendedor, de su admirable capacidad para asociarse y multiplicar sus fortalezas individuales, construyendo estructuras empresariales innovadoras logrando la integración vertical de la cadena de valor de rubros como el maíz, arroz, caña de azúcar y café con notable éxito, garantizando así mejores ingresos al productor primario. Es cierto, pudieron haber cometido errores en su andar, es un sistema perfectible, pero ha demostrado ofrecer diversas ventajas a quienes han conformando asociaciones de productores, algunas de ellas con más de 50 años de vida productiva, derivando en solidas empresas que han logrado incluso traspasar nuestras fronteras.
Esa Venezuela agrícola esta allí, esperándonos en un futuro tan cercano, que ya es presente. El agro venezolano, ha aprendido la lección, y está dispuesto a manejar su propio negocio. Es una apuesta de todo o nada. Asumamos la asociatividad, integración e innovación, como pilares fundamentales para convertirnos en una gran nación agroexportadora. Venezuela, no hay vuelta atrás…!