“Los cultivos biotecnológicos ofrecen ventajas para el medioambiente, la salud de las personas y los animales, y contribuyen a mejorar las condiciones socioeconómicas de los agricultores y del público en general”, señaló el presidente del Consejo Directivo de ISAAA, Paul S. Teng. “La reciente producción de cultivos modificados mediante biotecnología de última generación, como manzanas y papas que no se deterioran ni se dañan, la piña superdulce enriquecida con antocianina, el maíz con mazorcas de mayor biomasa y altos niveles de amilosa, y la soja con contenido modificado de aceite, combinados con la autorización para comercializar caña de azúcar resistente a los insectos, permite ofrecer más variedad a los consumidores y los productores de alimentos”.
Los estudios indican que se han hecho grandes avances para reducir la huella de carbono de la agricultura, atenuar el cambio climático y adaptar los cultivos a dicho cambio. El último estudio de PG Economics destaca cómo el uso de la biotecnología en la agricultura sigue colaborando para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
En 2017 el área de cultivos genéticamente modificados aumentó en casi cinco millones de hectáreas como una consecuencia del alza en las ganancias por los elevados precios de las materias primas, la mayor demanda de los mercados, tanto locales como internacionales, y la disponibilidad de tecnologías para semillas. Gran parte de esta adopción se da en países en desarrollo como Brasil, Bolivia, México, Colombia, Honduras, India, Pakistán, Sudán, Vietnam y Bangladesh, quienes aportan el 53 por ciento del área de cultivos genéticamente modificados en todo el mundo.
Vía www.croplifela.org